viernes, 28 de marzo de 2008

Enanews - Año 1 Número 1

Enanews

La actualidad del mundo enanil
mirada de abajo pa' arriba

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Actualidad - Asumió hoy el señorito ministro de Atajos y Vericuetos de Sumatra.
En declaraciones exclusivas, aseguró que "El ministerio de atajos y vericuetos verá, en los próximos meses, mas cambios que la mierda. Nuestro plan a corto plazo es la distribución gratuita de un sobrante de zapatos de plataforma, que compramos a Alemania durante los años 60. A largo plazo, todos los enanos de Sumatra podrán ver como es el mundo de un poco mas arriba, sin necesidad de llevarse a todas partes un banquito. Por que? Pues bien: los banquitos son responsabilidad del ministerio de economía y calidad vial; no del mio, putos."


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Deportes - En el cálido día de ayer, tres millones de personas se reunieron en el estadio Alan Parsons para presenciar el juego final de la conferencia sureste de la EBA. Según nueva reglamentación, este fue el primer año que se juega con las mismas reglas que la NBA.
El cotejo se desarrolló de la mejor manera, y la emoción fue el plato fete. Sólo decayeron los ánimos de los atletas al extenderse el período por igualdad, llegando al punto de la muerte súbita.
El cotejo finalizó con la victoria onetto de los Toronto Petites sobre los Michigan Rétacons. El marcador final fue 4 a 2.


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Sociales - El señor Eusebio Tangerine invita a todos sus compañeros del gimnasio "Chiquito pero en pelotas" a su despedida de soltero próxima, a realizarse este miércoles en la "Tanguería de Cacho", sita en Almandoz esquina Villalonga de esta capital.
La fiesta es de riguroso portachota sport, y para el ingreso cada grupo de cinco enanos deberá llevar una puta no perecedera.



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Actualidad - El renovado Ejército de Cadornia, al mando del flamante Vicealférez en ejercicio doctor Humberto Ponte, dió via libre ayer al vuelo de bautismo del nuevo Cuerpo de Enanos Paracaidistas.
"El primer vuelo fue todo un éxito" - declaró el Vicealférez - "de siete enanos que tiramos, uno solo se estroló en el techo del anfiteatro."
Estos son los enanos que llevarán alto el nombre de la patria. Feza, muchachos!



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El Humor de Sambusetti:




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Hasta la próxima edición de Enanews, una mirada objetiva a la realidad. Objetiva y a ras de piso.

sábado, 22 de marzo de 2008

De cómo Perón inventó la Pascua

Eaeaea!

Pascua, salames! Y lo digo en otro idioma: Salaam, pascuales!

En esta época de pascuas quisiera tomar un tiempo para reflexionar sobre el verdadero sentido de esta celebración.

Omitiré ya las harto sabidas historias de connotación religiosa, tanto la que se cuenta en el círculo de las chotas mutiladas como la otra que dice lo de la crú. En cambio, iré al grano, haciendo referencia a lo que vale la pena: los huevos.

Los huevos de pascua los inventó Perón, en su segunda reencarnación, allá en 1643.

En esa época, la gente ya solía pintar huevos de salamandra en días arbitrarios, y poner a los pibes a buscarlos, logrando así que los pibes no rompieran las pelotas durante todo el día. A veces, los niños no tenían ganas de jugar, y sólo iban con un palo pegandole a todo arbusto, quebrando así las cascarolas y derramando el embrión salamándrico, por lo que daban por finalizada prontamente la cacería y volvían a la casa a molestar a sus padres, tutores, o encargados. De esta época proviene la expresión "romper los huevos" como sinónimo de "romper las pelotas".

Fué Perón quien declaró: "Los únicos privilegiados son los niños, por eso queda prohibida la reproducción, total o parcial, de esta cosa de ir y mandarlos a buscar huevos. La única excepción será un dia al año; en ese dia los niños tendrán prohibida la rotura intencionalk de todo elemento oval, y tendrán que buscar sí o sí hasta encontrarlos todos."

Perón entonces contrató a Fyódor Farlestini, un conocido ingeniero mecánico de la época, y le encargó el trabajo de diseñar un aparato económico, fácil de usar y de fácil distribución, que fabricara huevos decorados y librara así al pueblo de la tarea pesada de andar pintando huevos a troche y moche.

Sin demoras, Farlestini se encerró en su tallercito sin otra compañía que su tortugo Alan Pauls, y se puso a pensar. Probó, probó y probó, y nada salía: o los diseños eran inviables (por ejemplo, el primer prototipo trataba de pintar un huevo con un clavo y, en consecuencia, lo rompía), o eran costosos (uno de los prototipos consistía en una caja donde se ocultaría un enano con témperas de colores, pero el sindicato de enanos fijaba salarios realmente altos), o no podían ser fácilmente distribuídos (otro diseño necesitaba un reactor nuclear para hacer dos cuadras).

Descartó las salamandras, los patos y las iguanas, todos porque sus huevos eran de difícil producción masiva. Descartó también al rinoceronte, a racing y al yaguareté, pues ninguno pone huevos.

Agobiado por el fracaso, decidió renunciar, pero cuando trató de salir de su taller descubrió que le habían afanado el picaporte. Consternado, empezó a quejarse "Cómo puede ser! Como! Como como como, có, cocó cococó!" y le vino la idea. Levantó el tubo de su peronphone satelital, y del otro lado respondió el general.

-"General, la gallina pone huevos?"
-"Todavía no, pero si quiere hago que sí, compañero"
-"Dealé, por favor"

Y el general agitó su mano imaginaria, y por arte de magia todas las gallinas fueron ovíparas por naturaleza. Entonces, Fyódor Farlestini pudo completar su máquina decorahuevos, que tenía forma de gallinácea en posición de cagar, con una amplia ranura en el pecho para poner monedas. Se inserta un huevo en la boca, se pone una moneda, y sale el huevo pintado por el ojete del curioso aparato.

El General Perón repartió este aparato en el Plan Quinquenal de 1643, el primero de la era de nuestro señor. Y fue así que en nombre de Perón todos los niños tuvieron un día de algarabía y los padres de tranquilitud, y todos fueron felices y comieron huevos.

Hoy en día, la única "Máquina cacareadora de procesamiento de huevos, con ranura en el escote" en existencia se conserva en el ala principal del Museo de las Reencarnaciones de Perón, en Playa Franca. Miles de turistas visitan cada año este maravilloso aparato con el que Perón inventó la Pascua y trajo felicidad al mundo.


Máquina cacareadora de procesamiento de huevos con ranura en el escote, en el museo de Playa Franca


Felices pascuas, la casa es un quilombo pero se disfruta, che.

Atte;

Socho

jueves, 20 de marzo de 2008

Recien me entero

Si, recien me entero, pero mejor tarde que nunca.




Chau, Arturo, pasala bien.

jueves, 6 de marzo de 2008

Homenaje al Cuñado Trunco

Weeenasss.

En el barrio de Asunción gente viene y gente va. Y esto ha pasado durante mucho tiempo.

Quizás el mas notable caso de quente que se fue sea la "Masacre de los cuñados truncos" de 1916.

A pocos minutos de empezar una boda de cien personas con sus respectivos futuros cónyuges, organizada por Roberto Galán, una estampida de elefantes de plaza once arremetió sobre los invitados a la ceremonia y se despachó a 84 crestianos, y un budista.

La investigación policial arrojó un dato loco loco: todos los muetos eran hermanos de alguno de los que se casaban.

Desde ese día, todos los 6 de marzo, se conmemora en Asunción el Día del Cuñado Trunco, en honor a aquellos hombres probos y mujeres provoletas que, viendo tan cerca la cuñadez, no llegaron. Pucha.

Vaya este humilde homenaje al cuñado trunco; bailemos todos con la música alegre y algarábica que se escuchaba en el momento de la estampeeda.



Ay! Peligrosa - Lo...


Atte;


Sochongo

martes, 4 de marzo de 2008

Maldita medicina - El caso Toro

Allá por 1897 nacía en Pampa de los Bonetes Alberto Bull. Hijo de Berta Gutierrez y el Colorado Bull, fue criado segun las normas plás de la regulación mormónida de la época.

A los cinco años, mientras se comía una mandarina, estuvo al borde del empome cuando se escapó, loco y pititieso, "Garchilo", el toro campión reproductor de su vecino Luis.
Salvado por la providencia, quien le puso una oveja adelante al Garchilo, Albertito se libró del potencial ensarte, pero igual los habitantes le pusieron un apodo infame: de ahí en mas sería conocido como Alberto "Toro" Bull.

En 1917, luego del gran Maremoto bailable que sacudiera la región en febrero, el pequeño pueblo de Pampa de los Bonetes se vio obligado a reponerse y se entregó a la reconstrucción de los despojos. Pronto descubrieron que reconstruir los despojos no tenía sentido, así que decidieron reconstruir las viviendas, comercios y sociedades de fomento.

Con una celeridad pocas veces vista, los tranquilos pobladores hacharon, cortaron, hicieron ladrillos, soplaron e hicieron botellas, y en poco tiempo el poblado quedó una pinturita, como si nunca hubiese pasado nada.
Sin embargo, hubo una consecuencia no prevista: el maremoto trajo sardinas, y una de ellas se escuendió entre un cargamento de maní (principal producción de la región por aquel entonces).

Siendo su unico alimento, dicho cachalote a escala se comió dos bolsas y media en dos semanas.
La consecuencia fue atroz: los ácidos grasos del cuerpo sardíneo reaccionaron químicamente ante la presencia de los componentes maniseriles, principalmente los triglicéridos específicos llamados maniséridos.

Quiso el destino que una mañana de mayo del mismo año al joven Toro, quien volvía con su dedo amarronado y amarrocado de una noche de caza de mulitas, le diera una lija que se comió lo primero que encontró. Oh, aciago designio: la manisardina vio su fin sobre un sartén, con papitas nuaséc y espárragos. Satisfecho su apetito, Toro volvió a su casa y se fue a dormir la mona en la catrera.

Al despertar, y por esas cosas de la química, sintió un malestar gástrico que le obligó a lavar dos veces el único chiripá que tenía, al que usaba en pelo.
Preocupado, fue al médico, quien cometió un error: sin saberga de la manisardina, le recetó Gachomba Forte, un poderoso antidiarreico.

Los efetos fueron casi inmediatos: la reacción química entre los componentes activos del Gachomba y los ácidos de la sardina enmanisada modificaron el ADN de Albertito.
En hora y media, Alberto redujo su tamaño un 40%, a la vez que triplicó su razón de empingamiento y su apetito por el maní.

Loco, loco, loco, como un acróbata demente saltó, corió, dio vueltas carnero y desapareció en el monte ralo, donde nunca nadie lo volvió a ver (salvo por el que sacó la foto de abajo en 1948, ya en la vejez de Toro, don Francisco Perito Pincho Moruno).

Desde ese día, cada cosecha de maní fue un infierno: del monte bajaba por las noches Alberto Toro Bull, vestido de novia, y arrasaba con los manises y se empomaba a las viejas y a los viejos con motricidad reducida.

Esto sucedió hasta 1956. Presumiblemente, Albertito ya no tiene ganas de bajar del monte, comer manises o empomar viejas/os.

Recientemente, gracias al "infierno del empingado manisero", la región de Pampa de los Bonetes se rebautizó como Pampa de los infiernos.


Los baqueanos dicen que aun hoy, por las noches, cuando suena una chacarera triste, se escucha un aullido de dolor: es el fantasma de Alberto Toro Bull, empomándose al Basilisco.


Enterados de la situación, la ONU subsidia cada año la investigación médica de los efetos del maní en la sardina, y su contribución al aumento de la tasa de empomación de gerontes.



Atte:

Socho