martes, 4 de marzo de 2008

Maldita medicina - El caso Toro

Allá por 1897 nacía en Pampa de los Bonetes Alberto Bull. Hijo de Berta Gutierrez y el Colorado Bull, fue criado segun las normas plás de la regulación mormónida de la época.

A los cinco años, mientras se comía una mandarina, estuvo al borde del empome cuando se escapó, loco y pititieso, "Garchilo", el toro campión reproductor de su vecino Luis.
Salvado por la providencia, quien le puso una oveja adelante al Garchilo, Albertito se libró del potencial ensarte, pero igual los habitantes le pusieron un apodo infame: de ahí en mas sería conocido como Alberto "Toro" Bull.

En 1917, luego del gran Maremoto bailable que sacudiera la región en febrero, el pequeño pueblo de Pampa de los Bonetes se vio obligado a reponerse y se entregó a la reconstrucción de los despojos. Pronto descubrieron que reconstruir los despojos no tenía sentido, así que decidieron reconstruir las viviendas, comercios y sociedades de fomento.

Con una celeridad pocas veces vista, los tranquilos pobladores hacharon, cortaron, hicieron ladrillos, soplaron e hicieron botellas, y en poco tiempo el poblado quedó una pinturita, como si nunca hubiese pasado nada.
Sin embargo, hubo una consecuencia no prevista: el maremoto trajo sardinas, y una de ellas se escuendió entre un cargamento de maní (principal producción de la región por aquel entonces).

Siendo su unico alimento, dicho cachalote a escala se comió dos bolsas y media en dos semanas.
La consecuencia fue atroz: los ácidos grasos del cuerpo sardíneo reaccionaron químicamente ante la presencia de los componentes maniseriles, principalmente los triglicéridos específicos llamados maniséridos.

Quiso el destino que una mañana de mayo del mismo año al joven Toro, quien volvía con su dedo amarronado y amarrocado de una noche de caza de mulitas, le diera una lija que se comió lo primero que encontró. Oh, aciago designio: la manisardina vio su fin sobre un sartén, con papitas nuaséc y espárragos. Satisfecho su apetito, Toro volvió a su casa y se fue a dormir la mona en la catrera.

Al despertar, y por esas cosas de la química, sintió un malestar gástrico que le obligó a lavar dos veces el único chiripá que tenía, al que usaba en pelo.
Preocupado, fue al médico, quien cometió un error: sin saberga de la manisardina, le recetó Gachomba Forte, un poderoso antidiarreico.

Los efetos fueron casi inmediatos: la reacción química entre los componentes activos del Gachomba y los ácidos de la sardina enmanisada modificaron el ADN de Albertito.
En hora y media, Alberto redujo su tamaño un 40%, a la vez que triplicó su razón de empingamiento y su apetito por el maní.

Loco, loco, loco, como un acróbata demente saltó, corió, dio vueltas carnero y desapareció en el monte ralo, donde nunca nadie lo volvió a ver (salvo por el que sacó la foto de abajo en 1948, ya en la vejez de Toro, don Francisco Perito Pincho Moruno).

Desde ese día, cada cosecha de maní fue un infierno: del monte bajaba por las noches Alberto Toro Bull, vestido de novia, y arrasaba con los manises y se empomaba a las viejas y a los viejos con motricidad reducida.

Esto sucedió hasta 1956. Presumiblemente, Albertito ya no tiene ganas de bajar del monte, comer manises o empomar viejas/os.

Recientemente, gracias al "infierno del empingado manisero", la región de Pampa de los Bonetes se rebautizó como Pampa de los infiernos.


Los baqueanos dicen que aun hoy, por las noches, cuando suena una chacarera triste, se escucha un aullido de dolor: es el fantasma de Alberto Toro Bull, empomándose al Basilisco.


Enterados de la situación, la ONU subsidia cada año la investigación médica de los efetos del maní en la sardina, y su contribución al aumento de la tasa de empomación de gerontes.



Atte:

Socho

11 comentarios:

rambonarda dijo...

No puede haber tanta maldad en el mundo.
No señor, concientizezezece y haga vuelta y redoblona.

No puede haber tanta maldad en el mundo, no que va...

Uno de los ocho dijo...

Puede, y hay; a veces hasta se escuende. Doble discurso tambien hay, che, gurisa.

rambonarda dijo...

Y cafeses dobles hay mas todavia.
Tomá, te la canté!

Amperio dijo...

Conmovedora historia, compañero.
Las enanidades, aún las más enaniadas, son para Ud. una verdadera cajeta de Pandora de la cual toma con gracia los enanos recién paridos, les pega un poco y los pone a trabajar sin convenio.
Lo suyo es magia, cumpa. Es como Fafá, como Mandrake, como Merlín, como Demisrusó. Así es, ch{e.

¿Vamos en Semanasanta a Pampa de los Bonetes? Dicen que en la fiesta del pueblo hay suelta de buitres, domadas de loros y monta de petisos...

UAP, Socho. (Ud. no tiene límite. O bien tiene el límite que tiende a cero)

LORD MARIANVS dijo...

Sus biografías compañero últimamente andan mentando a grandes pequeños. Es verdá qui dicen qui lo güeno viene en frasco chico...el veneno también por cierto.

Anónimo dijo...

Eh turro, ti vamo a güasquiá feo a vó, recatate o te empingamo un bufoso en la mochila genital.

La próxima dedicale unos pos al goliá y al pantagruel

Caido el catre dijo...

Puta madre, y pensar que me re caben los petisos, mas que nada porque yo soy petiso y me la piso, pero nunca no me pensé que me llegaría tanto al cuore una historia de enanos.

Gracias, compañero, ¿un seminario, cerca...?

gen71 dijo...

Impactante historia; de haber sabido de gurí ni le miraba una sardina... pero bueh...
Saludos!

Fla-q dijo...

Tremenda narración, Socho.
Digna del Jístori Chanel.
Ahora, digo yo, por una de esas casualidades, en uno de esos empomamientos, no se engendró al minimostro ese de las pistas de aviones para exportar aceitunas?
La ONU no pensó en dedicar una partida económica para evaluar la mutación genética del gorila aceitunero? Tal vez nos estamos perdiendo una oportunidad única, Socho...piénselo y va a ver.

T O N T A M E N T E dijo...

Pensamiento del día: Las mejores cosas vienen en frasco pequeño. (1983, Paco Jamandreu)

Uno de los ocho dijo...

Rainbow: Y teses de tilo.

Amperión: La cajeta de pandora nos es benévola, compagnero. Declinaré su oferta para un fin de semana largo y erótico en Pampa de los Bonetes; tengo unos asuntitos que enterrar y allá me buscan.
Mire quien habla de límites infinitesimales.

Lordin: Sinceramente les dedico espacio porque creo que son la maravilla evolutiva por excelencia.

Suciedad: Andá, puto, andá a envolverle el paquete a santacló.

Caido: Hay un seminario en la otra cuadra de la biblioteca municipal, en Lanus West, una puerta amarilla con un gran vidrio fuméc, golpee y cuando le abra el pelado de bigotes le dice que va de parte mia. Saludemé a la yoli, si va.

Gen: Macho es esl que miró la sardina y le gustó.

Flacu: El gorila aceitunero no es un peligro, compañera; el gorila aceitunero no empoma, sino que se hace empomar, por lo que no atenta contra la flora intestinal. A lo sumo fomenta la producción de renacuajos de esos de generación espontánea.

Diegobé: El viagra tambien.